Punzas las tardes con tus labios cerrados
con esos labios rojos
los de decirme jardines perfumados
los de encubrir el alba.
Juegas a ser amor de enamorados
mirar como mis ojos,
juegas a querer que nos queramos
mientras la sombra pasa,
y yo respiro inexperto el incienso de tus labios.
Qué será de mi cuando acabe este invierno
y escapen las nieves a sus ríos
qué será, qué será del viento
que ahoga en las montañas blancas su gemido.
Para quién será el regalo de tu aliento
a quién darás tú tus besos míos.
Punzas las tardes con tus labios cerrados
con esos labios rojos
los de decirme jardines perfumados.
Hace una noche de pensar en lo que se siente.
También de perros.
El frío de lo desconocido, el del aire, el de la inmensa soledad.
Tantos fríos para componer una sola canción.
Tantos que asustan un poco.
Y a menudo son tan compañeros, que no quiero que me abandonen ahora,
en el instante de las confesiones y las manos tendidas.
Siento:
Una mirada que se perdió.
Una caricia sin piel.
Un beso sin labios.
Un momento cercado.
Confieso:
Perdí la mirada entre sus piernas de suave indiferencia.
Perdí los nervios mientras gritaban agitando puños en aquel bar.
Perdí los besos en algún lugar incierto, quizás junto a las olas que bañaban amores de diez mil.
Perdí el tiempo buscando tiempo.
Hace una noche de perros.
También de pensar en lo que se siente.
El frío de lo que se conoce, el del aire, el de los deseos, el de las impuestas rutinas.
Tantos fríos que asustan un poco.
Y a la vez tan compañeros...
Me pregunto para qué sirve sentir.
Para qué el frío.
Para qué las caricias.
Y los recuerdos.
Y el amor que te tengo.
Hace una extraña noche.
El viento arremolina pedazos de vida mía
en tu jardín,
mientras las flores marchitan olores de porvenir
y el vaivén de las estaciones pone el fin
a los quereres.
La escarcha de ese frío que te conté
atrapa mi alma.
La incertidumbre atrapa mis pasos.
Me hechizaste la imaginación
con los susurros que saben a mar,
aprendiste a pasear por los tejados
que tocaron alguna vez
una canción de cuna.
Habitaste mis noches de sur y frío,
caminaste a mi vera para bailar
un tango al amanecer mirando al mar.
Abrigaste el frío con tus manos,
aprendiendo a abrazar como un niño.
Colocaste el corazón en un sitio
diferente al color de la piel,
para llevártelo en forma de pulsera
por caminos que viajan a través del blanco
del amanecer.
Es domingo. El cielo gris que entreveo desde el sillón quiere llover, pero no llueve. Me resuenan las últimas palabras que el auricular ha dejado en mi oído:
-"Eres fuerte - me dicen -eres tan fuerte... tú puedes con todo; quién pudiera "
¿Quién pudiera? ¿Quién quiere?
No sé cuándo, cómo, por qué o por quién fui fuerte un día, pero ya no quiero ¿Querer es poder? ¿Dejo de ser fuerte sólo por mi voluntad de no serlo ya? ¿Sabré? Quizás es como nadar o montar en bici y no lo olvidaré nunca. Repudio mi supuesta fortaleza, no la quiero, no acudan a ella, por favor, sólo es un trozo de recuerdo en un sillón, un domingo sin sol. Nada más .
Hoy duele la realidad de una vida turbulenta y llena de eventos de todos colores, duele, jamas ha sido aburrida esta vida mía, y a veces me pregunto si es mía realmente esta vida que estoy viviendo, cuya existencia, hoy siento vacía.
Ayer mis palabras en decenas de cuadernos, miles de hojas de papel tatuadas con la tinta de mis pensamientos, llenaban de cordura una vida que enloquecería al mas insensible asesino del tiempo, ayer que mis heridas sangraban mas que hoy, use la sangre que escapaba de mi alma como tinta para dejar una huella imborrable.
Me ahogaba la vida, me abrumaba la existencia llena de dolor, soledad, de vida y miles de pensamientos volando por todas partes, pero no podía morir, no se me permitía. Y escribí, escribí para mi, para ti, para todos. Pero escribí para decir lo que mi garganta no es capaz de gritar.
Ayer escribí con una razón, escribí para calmar mi alma perturbada, para acallar mis pensamientos suicidas, el dolor del corazón, y el llanto de unos ojos que no saben llorar a grito abierto.
Hoy que escribo sin motivo, la recuerdo a ella, a esa amiga que nunca fue mi amiga, a esa mujer que nunca tuve la oportunidad de amar como a tantas, y me pregunto la razón del por que hoy, que no escribo para expresar el dolor, ni para gritar un llanto ahogado en el silencio, hoy que no sangra mi corazón por esa hermosa mujer que no he conocido, precisamente hoy, llena mi mente de recuerdos de ella.
Guarde tus fotos lejos de mi, en lugares olvidados, ayer los escondí lejos, donde el tiempo juega con ellas en sueños piromanos que borran toda memoria de que una vez estuve contigo.
Hoy que escribo sin motivo, escribo sobre tí, y escribo de nada en realidad, y siento aun ese sentimiento que no puedo arrancar de mi corazón, ni la daga del olvido ha podido sacarlo por completo, tu recuerdo maldito sigue tatuado a mi corazón.
Hoy que escribo sin motivo, escribo solo para olvidarte.
Ricardo.
Llegué a casa empapado y con el cuaderno de mis poesias vacío. Había caminado dificultosamente bajo la lluvia durante horas. Pensaba en darme una ducha, quitar de encima ese olor a humedad y amargura que se me había ido pegando al recuerdo. Pero sólo logré quitar los zapatos encharcados. Luego me desplomé en la silla de la cocina y seguí pensando. Mis ideas estaban arrugadas, la tarde había sido dura para todos. Quise beber un trago de algo fuerte, rebusqué entre el desorden y al fin enconte algo que parecia ideal para esta ocasión, esa botella era la única cosa que aquella noche estaba seca, así que la dejé tumbada frente a mí sobre el mantel de cuadros rojos y blancos. Allí permanecimos durante horas mirándonos, ella transparente y callada, yo callado y oscuro. Después, harto de que los pensamientos rodaran siempre al mismo recuerdo y a la misma conclusión, me desnudé y me metí debajo de aquellas sábanas sin solución intentando dejar atrás el día con todas sus orfandades. Sudé. Sudé agitadamente entre ensoñaciones y realidad. La humedad de la lluvia me perseguía incluso en el encierro de mi habitación, en la oscuridad desobedecida por el eterno parpadeo de neón del tugurio de abajo. No se cuándo se resolvió mi descanso, me dormí entre tanto, ni se cuándo dejo de llover,solo se que paso por mi cabeza otro pensamiento malogrado antes del amanecer.
Ricardo
Oscuridad de sombras que descienden
por las laderas de tus palabras.
Silencios fríos, dolientes,
que hundes en mí como pasos que se alejan
furtivos
después de pisar las flores
que sembré en primavera.
Tu risa, el sabor de tus labios.
Tus dedos entre mis dedos,chasquido que
suenan como un eco,
rompiendo el instante dulce de mirarte sin miedo,
de hablarte sin decir nada.
He clavado en mis pies descalzos
la espina que olvidaste sacar al marchar
como se marchan las nubes
después de mojar los patios de mi barrio.
Mi boca quedó abierta por tu ausencia
mis puños cerrados para siempre,
mi rabia ahogada en vasos de soledad
y charlas sin sentido que solo entiendo yo.
Hablar sin ganas
comer sin hambre
y esa sed inconfesable de mirar tus ojos.
tus ojos que ya no quieren mirarme.
Y esas ganas de besarte.
Y estas manos vacías,
Y esas manos vacias para siempre.
Ricardo
Llegué a casa empapado y con el cuaderno de mis poesias vacío. Había caminado dificultosamente bajo la lluvia durante horas. Pensaba en darme una ducha, quitar de encima ese olor a humedad y amargura que se me había ido pegando al recuerdo. Pero sólo logré quitar los zapatos encharcados. Luego me desplomé en la silla de la cocina y seguí pensando. Mis ideas estaban arrugadas, la tarde había sido dura para todos. Quise beber un trago de algo fuerte, rebusqué entre el desorden y al fin enconte algo que parecia ideal para esta ocasión, esa botella era la única cosa que aquella noche estaba seca, así que la dejé tumbada frente a mí sobre el mantel de cuadros rojos y blancos. Allí permanecimos durante horas mirándonos, ella transparente y callada, yo callado y oscuro. Después, harto de que los pensamientos rodaran siempre al mismo recuerdo y a la misma conclusión, me desnudé y me metí debajo de aquellas sábanas sin solución intentando dejar atrás el día con todas sus orfandades. Sudé. Sudé agitadamente entre ensoñaciones y realidad. La humedad de la lluvia me perseguía incluso en el encierro de mi habitación, en la oscuridad desobedecida por el eterno parpadeo de neón del tugurio de abajo. No se cuándo se resolvió mi descanso, me dormí entre tanto, ni se cuándo dejo de llover,solo se que paso por mi cabeza otro pensamiento malogrado antes del amanecer.
Ricardo
A veces mi destino me esconde de mí mismo y me hace jugar al escondite y recordarme que en el fondo seguimos siendo niños.. no me conozco y apenas sé nada de mí ¿cómo podría mostrar lo que ignoro?...el lunes ha pasado , y ha llegado el martes... hoy es miercoles y no sé si estás...no sé para qué querer que estés...estaré y no estarás...has estado sin querer estar...¿por qué deseé ver la cara oculta de la luna? ¿ para qué verla si sólo era oscuridad y vacío? ¿cómo olvidar lo que ya no se quiere saber?.
No hace falta que estés...al final del camino, nadie encuentra lo que busca y tú ya estás en mi mente. Hoy es miercoles, tuve que contar 2 veces hasta diez para no llorar y lo conseguí, se me han ocurrido muchas cosas,todas malas...y esta noche,en mi corazón, más de 100 lobos aullarán por tí.
Ricardo.
Paseamos despacio , casi juntos , apenas un centímetro impide que nuestras pieles se rocen y hacemos lo posible por mantenerlo y que parezca casual. Está todo dicho y ni una tarde de playa, ni un paseo al atardecer, ni un silencio casi embarazoso , ni un millón de palabras podrán cambiar nada ya . Miras al frente y yo te observo de reojo comprobando que ahí , en tus ojos , casi todo sigue igual : el mismo azul sin trampas, la misma dulzura inamovible, el mismo amor desbordado , y una nueva nota pequeña y casi imperceptible de... ¿tristeza? que te hace parecer aun más interesante.
No salgo de mi asombro ante la convicción que han mostrado tus palabras , ante la seguridad que han desplegado tus gestos, ante la calma del que sabe que la verdad está cubriendo su espalda . ¿De donde viene tu certeza ? ¿Qué ves cuando me miras ?¿Qué percibes que yo no alcanzo a distinguir? ¿Por qué dejamos , dejé , pasar el minuto que habría impedido que todo cambiara? Pero el minuto pasó , y me marché y al volver yo ya no era el yo que tú conocías y ahora , querría amarte - o que no me amaras - desearte - o que dejaras de desearme- , o quizás volver al minuto que dejé correr como si fuese uno más y que fue nuestro último minuto antes de que estuviésemos , sin llegar a ser nunca nosotros , solo tú y solo yo .
Ricardo.
Sal, arena, sol, mar -al fin el mar-, olor a salitre, gaviotas, tú cerca de mí y tan distante, dos que sin hablar no están callados, cabezas que se giran, ojos que se cruzan, cabezas que se vuelven a girar, sonrisas que se encuentran ,miradas que se apartan. Gente, risas, planes, más sonrisas, más miradas. Tanto sol, tanta arena, tanto mar, tanta belleza, tanta gente, tanto amor...tanto silencio.
LLeno la maleta a toda prisa , sin tiempo para pensar,sin tiempo de compadecerme, ni
mentirme, ni mirar atrás , con el miedo atenazando la garganta y la indecisón trabándome los gestos .
Esta noche , miraré atras lo que dejo y ya estoy allí, en el aeropuerto ,
Mis ojos no se permitirán llorar,la gente camina apurada ,
alguien ríe a carcajadas y yo me pregunto si cabe una vida en una maleta .
Si cabe en mi maleta mi querida Asturias. Mis amigos no sé qué pensarán .
Qué fué de mi vida . Qué hice de ella . Qué será de lo que queda por delante.
Ojalá la memoria fuese una maleta que puedes llenar o vaciar a tu antojo .
LLevo un recuerdo en cada jirón del alma y dejo mi vida en la mano que me dice adiós.
Adios a mis sueños, adios a un futuro distinto.
Ricardo.
Aquí en pie , solo , con el mar ceniciento a los lejos y el sol oculto tras unas nubes negras como presentimientos , rodeado por un bosque de mármol , cierro los ojos y respiro hondo con la tranquilidad que me dá saber que no volverás , que no volveré a pedir perdón por torpezas que nunca lo eran , que no volveré a llorar ahogando mi dolor contra la almohada , que no volveré a tapar mis brazos ni volveré a ocultar mis ojos -ya tristes para siempre por tu causa - para que no delaten el crimen que tú y sólo tú cometías ; no volveré a planear venganzas que sólo me convertían en un ser despreciable , parecido a tí ; no volveré a tapiar mi dolor con algodones de silencio ni volveré a atragantarme con mi pena . No volveré a desear mi muerte , y tampoco la tuya ; porque hoy , tú estás muerta y enterrada en este bosque de mármol con el mar ceniciento a lo lejos y a mí sólo me queda una cosa por decir : maldita seas.
No sé qué decir en mañanas como estas. El dolor no me deja pensar a veces, a veces las dudas, a veces el miedo. No sé qué decir cuando quiero tener en las manos el olor de aquella mañana al sol en el banquito de madera mirando la playa, no sé que decir. Me suelo creer que todo está ya dicho, que una caricia es más elocuente que un discurso sobre el amor, que un beso une más que cualquier puente, que mis manos escriben lo que siento y no lo que quiero. Me suelo creer niño, niño que espera siempre caricias, niño que quiere por que sí, niño que duerme sobre tu vientre. La nana de tu pensamiento, cerezas silvestres, luces en el cielo de tu boca, palabras, palabras que respiro y lloro, y anhelo y regalo, y siempre, siempre, espero por que sí...por que soy un soñador.
Ricardo.