Paseamos despacio , casi juntos , apenas un centímetro impide que nuestras pieles se rocen y hacemos lo posible por mantenerlo y que parezca casual. Está todo dicho y ni una tarde de playa, ni un paseo al atardecer, ni un silencio casi embarazoso , ni un millón de palabras podrán cambiar nada ya . Miras al frente y yo te observo de reojo comprobando que ahí , en tus ojos , casi todo sigue igual : el mismo azul sin trampas, la misma dulzura inamovible, el mismo amor desbordado , y una nueva nota pequeña y casi imperceptible de... ¿tristeza? que te hace parecer aun más interesante.
No salgo de mi asombro ante la convicción que han mostrado tus palabras , ante la seguridad que han desplegado tus gestos, ante la calma del que sabe que la verdad está cubriendo su espalda . ¿De donde viene tu certeza ? ¿Qué ves cuando me miras ?¿Qué percibes que yo no alcanzo a distinguir? ¿Por qué dejamos , dejé , pasar el minuto que habría impedido que todo cambiara? Pero el minuto pasó , y me marché y al volver yo ya no era el yo que tú conocías y ahora , querría amarte - o que no me amaras - desearte - o que dejaras de desearme- , o quizás volver al minuto que dejé correr como si fuese uno más y que fue nuestro último minuto antes de que estuviésemos , sin llegar a ser nunca nosotros , solo tú y solo yo .
Ricardo.