3 de Enero 2006

Señor, tu sabes que estoy envejeciendo.

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Señor, tu sabes que estoy envejeciendo.
* Ayúdame a pensar que no soy un pedazo inútil en el movimiento de la vida. Reconozco que no tengo las mismas capacidades físicas que me animaron en la juventud, ni los mismos reflejos y disposición. Sin embargo, ayúdame a no desanimarme, y mucho menos a preguntar sobre la jubilación, impropio de ti, el trabajador del mundo.
* No me dejes enmohecer, como la flor quemada por el sol.
* No permitas que tenga la idea fija de estar hablando de mí el tiempo entero.
* Impídeme estar repitiendo los detalles interminables.
* Dame rapidéz para que sea objetivo.
* Cierra mi boca cuando esté propenso a hablar de mis dolores y de mis sufrimientos. Ellos están aumentando con el paso de los años, y mi deseo de hablar de ellos aumenta todos los días.
* Enséñame a dialogar, sin hacerme excesivamente el hablador, para no causar indisposición en los demás.
* No permitas concebirme limitaciones innecesarias. Pon mis manos en el trabajo para que todavía elabore las creaciones en el campo de la música, de la pintura, de la jardinería, de la cerámica, etc.
* Enseñame la mejor ocupación para el tiempo que dispongo. Un tiempo que, en los días de la juventud, reclamaba no tener.
* Permíteme levantarme todos los días dispuesto a aprender alguna cosa más. Puede ser una forma diferente de usar el cepillo, una breve poesía, una enseñanza, una receta sorprendente.
* Deseo ser jovial sin parecer tonto e imprudente.
* Tórname solícito pero no curioso. Útil, pero no dominador.
* Deseo ser un abuelo que pueda contribuir con la educación de mis nietos y no el deseducar, con el único propósito que ellos aprecien salir conmigo, por las tardes en la primavera.
* Enseñame la lección gloriosa de que, a veces, yo puedo estar equivocado. Aprendí mucho, guardo experiencias preciosas, pero no tengo el derecho de despreciar los progresos de la era moderna y de la ciencia. Después de haber adquirido un conocimiento enorme de sabiduría y experiencia, me da una pena enorme no poder usarla totalmente, sin crear las turbaciones en los otros.
* Si la dependencia física se vuelve necesaria, ayúdame Dios mio, a tener paciencia conmigo mismo, soportando el cuerpo que tanto me sirvió aquí. Con él bailé, canté, viajé, viví dulzuras, los momentos buenos y malos, por lo tanto ayúdame a continuar amándolo.


DESCONOZCO EL AUTOR..


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Escrito por mi tribu urbana a las 3 de Enero 2006 a las 12:16 AM
Comentarios

REALMENTE HERMOSO EL TEXTO, SERIA MARAVILLOSO QUE CUANDO VAMOS ENVEJECIENDO SE FUERAN CUMPLIENDO CADA UNA DE ESAS COSAS. MUY LINDA PAGINA. ¡FELICITACIONES!

Escrito por Cecilia a las 3 de Enero 2006 a las 09:28 PM

Me ha dejado sorprendido y agradado, si no fuera por el comienzo...Señor... no creo que debamos pedirle a nadie mas que a nosotros mismos. Me gustaría que te hubiera salido hablandote a ti.
Por lo demás, ¡¡¡tienes toda la razón!!!

Escrito por carolo a las 3 de Febrero 2006 a las 09:45 AM
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