5 de Noviembre 2005

EL GUSANO Y EL ESCARABAJO

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Había una vez un gusano y un escarabajo muy amigos, pasaban
charlando horas y horas. El escarabajo estaba consciente de que su
amigo era muy limitado en movilidad, tenía una visibilidad muy
restringida y era muy tranquilo comparado con los de su especie.


El gusano estaba muy consciente de que su amigo venía de otro
ambiente, comía cosas que le parecían desagradables y era muy
acelerado para su estándar de vida, tenía una imagen grotesca y
hablaba con mucha rapidez.


Un día, la compañera del escarabajo le cuestionó la amistad hacia el
gusano. ¿Cómo era posible que caminara tanto para ir al encuentro
del gusano? A lo que él respondió que el gusano estaba limitado en
sus movimientos. ¿Por qué seguía siendo amigo de un insecto que
no le regresaba los saludos efusivos que el escarabajo hacía desde lejos?


Esto era entendido por él, ya que sabía de su limitada visión,
muchas veces ni siquiera sabía que alguien lo saludaba y cuando se
daba cuenta, no distinguía si se trataba de él para contestar el
saludo, sin embargo calló para no discutir.


Fueron muchas las respuestas que se buscaron en el escarabajo
para cuestionar la amistad con el gusano, que al final, éste decidió
poner a prueba la amistad alejándose un tiempo para esperar que el
gusano lo buscara.


Pasó el tiempo y la noticia llegó: el gusano estaba muriendo, pues
su organismo lo traicionaba por tanto esfuerzo, cada día aprendía
el camino para llegar hasta su amigo y la noche lo obligaba a
retornar hasta su lugar de origen.


El escarabajo decidió ir a ver sin preguntar a su compañera qué
opinaba. En el camino varios insectos le contaron las peripecias del
gusano por saber qué le había pasado a su amigo. Le contaron de
cómo se exponía día a día para ir a dónde él se encontraba,
pasando cerca del nido de los pájaros.


De cómo sobrevivió al ataque de las hormigas y así sucesivamente.


Llegó el escarabajo hasta el árbol en que yacía el gusano esperando
pasar a mejor vida. Al verlo acercarse, con las últimas fuerzas que
vida que le quedaban, le dijo cuánto le alegraba que se encontrara
bien. Sonrió por última vez y se despidió de su amigo sabiendo que
nada malo le había pasado.


El escarabajo avergonzado de sí mismo, por haber confiado su
amistad en otros oídos que no eran los suyos, había perdido muchas
horas de regocijo que las pláticas con su amigo le proporcionaban.


Al final entendió que el gusano, siendo tan diferente, tan limitado
y tan distinto de lo que él era, era su amigo, a quien respetaba
y quería no tanto por la especie a la que pertenecía sino porque
le ofreció su amistad.


El escarabajo aprendió varias lecciones ese día: La amistad está
en ti y no en los demás, si la cultivas en tu propio ser, encontrarás
el gozo del amigo. También entendió que el tiempo no delimita las
amistades, tampoco las razas o las limitantes propias ni las ajenas.


Lo que más le impactó fue que el tiempo y la distancia no
destruyen una amistad, son las dudas y los temores propios los que
más afectan.


Y cuando pierdes un amigo una parte de ti se va con él. Las frases,
los gestos, los temores, las alegrías e ilusiones compartidas en el
capullo de la confianza se van con él.


El escarabajo murió después de un tiempo. Nunca se le escuchó
quejarse de quien mal le aconsejó, pues fue decisión propia el poner
en manos extrañas su amistad, sólo para verla escurrirse como agua
entre los dedos.


Si tienes un amigo no pongas en tela de duda lo que es, pues
sembrando dudas cosecharás temores. No te fijes demasiado en
cómo habla, cuánto tiene, qué come o qué hace, pues estarás
poniendo en la vasija rota tu confianza.


Reconoce la riqueza de quien es diferente de ti y está dispuesto
a compartir sus ideales y temores, pues esto alimenta el espíritu
de supervivencia más que un buen platillo.


La esencia del gusano y el escarabajo se volvió una en el plano
que se encuentra más allá de este mundo, volviendo al regocijo que
en esta vida habían encontrado.


Este es el final de mi historia, pues siendo TÚ mi amigo no te puedo
exponer a una tristeza que no quisiera para mí. No sé si tú seas el gusano o yo el escarabajo, pero seguro que somos distintos y en
planos ajenos nos movemos.


Yo, como gusano, te seguiré buscando día a día, y como escarabajo,
no me fijaré en limitaciones. Como gusano, omitiré lo grotesco que
me puedas parecer. Como escarabajo, haré uso de mis habilidades
para servirte.


Dijo la Madre Teresa: "Voy a pasar por la vida una sola vez,
cualquier cosa buena que yo pueda hacer o alguna amabilidad que
pueda hacer a algún humano, debo hacerlo ahora, porque no pasaré
de nuevo por ahí".


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Escrito por mi tribu urbana a las 5 de Noviembre 2005 a las 09:38 AM
Comentarios

Es precioso, me gustaria, si sabeis me mandarais más cuentos de amigos diferentes que pueden estropear una gran amistad por dudas, temores y poner a prueba,
Muchas gracias

Escrito por Covi a las 26 de Junio 2006 a las 08:39 PM
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