Fuimos la ingravida gravedad
de un mundo sin prisas,
desde el firmamento callado,
en una galaxia terrible, y espiral.
No quise renegar de la verdad
que conocí en mi yo más sincero,
callar sus exigencias diarias
era el mismo ejercicio inútil,
vestido con las ropas de siempre,
en el que el tiempo se perdía
sin dejar de mirar hacia atrás,
y fuimos la desnudez del momento,
y también la fragilidad del miedo
a las eternidades de mañana,
fuimos tanto, y fuimos sin nada,
sólo fuimos los dos otra vez.