Fue difícil marchar. Nunca aprendí a irme, al menos no del todo. Cómo se puede marchar completamente sin dejar allí un rastro de lágrimas o un trozo de alma. Cómo marchar completamente cuando el olor a sal del puerto penetra mis sentidos, cuando se sienten los besos salados pegados por dentro a la piel, cuando se cierran los ojos y todos los caminos conducen a tu Bahia, cuando se escuchan palabras sin voz que vienen de tus gaviotas.
Fue difícil. Ahora estoy aquí y a la vez aún no vine, porque sigo maullando enroscado en tus olas, sintiendo tu oleaje que mece mis sueños y mis manos. Las manos de tocar, las manos de crecer, las manos de hablar cuando enmudezco al regresar a Bahia.
Fue difícil, pero ahora por fin sé por qué se llora cuando no se llora de tristeza.
Te extraño Bahia.