Caído en el destierro
de tu olvido,
me arrastro entre estos días
que me apuñalan.
Me hago un ovillo en el lecho
de tu vientre.
Entrego mi alma a tú luz
de estrellas apagadas.
Me ignoro mientras arde enarbolada
la vieja pregunta en lo más alto.
Después no sé, corazón,
si me voy o si me llevan.