19 de Diciembre 2007
HACE CUATRO DÍAS...
Hace cuatro días que te has ido. Hace cuatro días que camino solo, que viajo solo, con un ritmo definido por una rutina que a ratos me adormece, con un día a día que me cansa, pero que me abstrae de la rapidez con que pasa el tiempo, con que se me escapan los días.
Hace cuatro días que las frases acuden a mis labios y empujan fuerte por salir y perderse entre otras miles de frases que flotan en el aire, para que nadie pueda pararse a escucharlas y mucho menos tú. Por que hace tiempo que tengo ganas de decirte cosas, pero tengo miedo que no sean palabras encadenadas para ti, sino dardos afilados que se claven en tu alma. Por eso no dejo que escapen de mi boca esas frases y, hoy, he preferido devolverlas a mi mente, hacerlas bajar a mi corazón, y que sean mis manos las que te hablen con trazos de carbón.
Hace cuatro días que te has ido, pero hace más que no te siento, que no te siento como antes. Siento tu cariño enredado al mío, siento tus labios posados en los míos, siento tu piel erizada en mi regazo, pero no siento nada mío
Tus ojos buscan los míos, pero más de una vez habrás encontrado sólo el color en ellos, ese color aceituna que tanto te gusta, pero que hoy parece gris, vacío y frío.
Hace cuatro días que te has ido y hace un verano que tengo que decirte como he reciclado mi alma y empiezo a ser mariposa que sale del capullo. Y quiero emprender el vuelo, pero tu red de araña tiene prendidas mis alas y no me atrevo ha moverlas bruscamente para no romperte lo que tanto tardaste en construir. Es importante que entiendas que tarde o temprano has de dejarme ir o acompañarme para siempre, pero debes dejar de ser araña y ser la flor dónde quiera ir a beber el néctar.
He descubierto cosas, he dicho cosas, he hecho cosas, y quisiera gritarlas y que las oyeras, en la distancia, para no ver tu cara palidecer, para no ver tu sonrisa decaer, para no ver tus lágrimas aflorar.
Hace cuatro días que te has ido y hace seis meses que sé de ella. No esperes que te diga como ha sido, por que ni yo mismo lo sé. Sólo sé lo que pasó al cruzar mi mirada con la suya, sólo sé lo que paso cuando intercambiamos la primera palabra, ese "Hola" que parecía decir "¿Dónde has estado todo este tiempo?". Solo sé que los días se fueron amoldando a esos veinte minutos compartidos de autobús, a ese café en la estación, a ese cigarro atropellado. Sé de aquella fría mañana cuando nuestros vahos fueron uno, cuando mi lengua se pegó a la suya, cuando mis dedos se enredaron en su pelo, cuando mi pecho se contagió de sus latidos. Sé que desde entonces mis piernas tiemblan cuando ella dobla la esquina, mi piel se eriza cuando susurra pecados en mi oído y mi corazón salta desbocándose en mi pecho. Y sé de aquel primer día en que lancé mis dados a la suerte y dejé que su piel se frotara con la mía, sus dedos palparan mis rincones y su cuerpo se fundiera con el mío, que mis manos abarcaran su espalda, su nalgas, que mi boca buscara su sabor y que mis ganas se juntaran con las suyas. Y recordé lo que era ser deseado, y que mi cuerpo sigue vivo y mis ganas intactas.
Varias veces he bebido de ese cóctel de pasión, sexo y desenfreno y cuando se aceleraba mi cuerpo, mi mente se perdía en tus besos, en tu olor, en tu sexo, en las ganas de tenerte entre mis brazos y en oír tus "te quiero".
Hace cuatro días que te has ido, y hoy he tomado una decisión. Quiero que seas mi eterna compañera, quiero quererte, quiero desearte, quiero que me quieras, quiero que seas como antes, cuando una sola de tus palabras cortaba mi aliento, cuando uno sólo de tus dedos me hacía estremecer, cuando tus caricias vestían mi piel y tus labios me daban el aire necesario para vivir. Y no me preguntes que pasará con ella, por que cada vez que estoy contigo pienso en ella y cada vez que estoy con ella, me doy cuanta por que elegí seguir contigo.
Hace cuatro días que te has ido, y empiezo a echarte de menos...
