El éxito no es tenerlo todo, ni hacerlo todo, sino serlo todo. Por lo general, basamos nuestro éxito en las conquistas externas, aquellas que son superfluas y que carecen de sentido, dirección , rumbo. Estas conquistas nos dan posesiones que pasamos a tener y se vuelven el parámetro de vencedores y perdedores.
A veces, el éxito se basa en nuestras acciones y su impacto sobre los demás. Pero, es sólo cuando el éxito se base en las posesiones interiores, es decir, en lo que soy, es que puedo decir que soy exitoso. Pues lo que tengo se puede ir un día, lo que hago, pararé de hacer en algún momento, pero lo que soy es eternamente mío.
Debemos tener en cuenta que, según tu perspectiva, este impacto sobre los demás debe ser siempre espontáneo, positivo y no impuesto. Nada peor que las personas trepadoras que basan su éxito en la medida en que derrumban los esquemas de otras personas, se aprovechan de sus debilidades y juegan con sus sentimientos.
"El hombre de éxito, es aquel que ha vivido bien, el que ha reído con frecuencia, el que ha amado mucho; quien ha ganado el respeto de los hombres inteligentes y el amor de los niños; el que ha llenado su nido y llevado a cabo su misión; quien ha dejado el mundo mejor de lo que lo encontró, quizás por haber mejorado una flor, un perfecto poema o rescatado un alma; quien nunca aflojó en su apreciación a la belleza de la tierra ó falló al expresarla; quien vio lo mejor en otros y dio lo mejor que él tenía".
Robert Louis Stevenson