Un día, los colores entraron en guerra.
Por supuesto, ya que uno pensabaque era mejor que el otro.
El amarillo no paraba de jactarse de suvalor, pues el oro es el elemento más valioso de todos.
El rojo, de su fuerza y poder ya que es lo que más está presente en las guerras.
El verde no se cansaba de alabar la naturaleza, donde era rey.
Bueno, cada uno hablaba tanto de sí que pelearon mucho.
Con esto, el mundo perdió los colores.
Ya no había gracia en la vida, no había belleza.
Los hombres entonces se reunieron para ver que se podía hacer sobre el caso.
Decidieron entonces crear un símbolo de paz - el arcoiris.
En él colocaron cada uno de los colores y les mostraron los resultados.
Fue al ver que la armonía entre los diversos tonos daba una belleza difícil de encontrarse, algo mágico y soñador; al percatarse que cada uno tenía algo que complementaba al otro y cada uno tenía un valor específico, que los colores pararon la guerra y nunca más se pusieron a pelear.
Todos somos iguales, cualquiera que sea nuestra condición, color de piel, religión o nacionalidad porque... todo ser humano es digno.
Desconozco el autor
mi mama se llama patricia