4 de Marzo 2006

REENCUENTRO !!!!

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PAULA Y OSCAR EN EL MONUMENTO A LOS CAIDOS EN MALVINAS(BUENOS AIRES )

TODOS LOS AÑOS HAGO UN POST EN HOMENAJE A LOS SOLDADOS QUE DEJARON SUS VIDAS EN LAS "ISLAS MALVINAS",TAMBIEN POR LOS QUE REGRESARON Y TANTO LA GENTE COMO EL GOBIERNO SIEMPRE TRATO DE ESCONDER COMO SI HUBIERAN HECHO ALGO MALO,SOLO FUERON CHICOS MANDADOS POR UNOS LOCOS A LA GUERRA,A UNA GUERRA QUE LOS INGLESES JUNTO CON LOS AMERICANOS ,MAS LA AYUDA DE LOS HERMANOS CHILENOS PUDIERON GANAR,NO ME GUSTA ENTRAR EN POLITICA ,POR ESO SOLO ESTO ES UN PEQUEÑO GRANITO DE ARENA Y AGREDECIMIENTO A ESTOS CHICOS ,HOY YA HOMBRES DE MI PAIS,MUCHOS DE LOS CUALES ESTAN SIN TRABAJO,DONDE DICEN QUE SON EX COMBATIENTES SE LES CIERRAN LAS PUERTAS,ELLOS SOLO DIERON SU VIDA EN PRO DE LA PATRIA QUE LOS NECESITABA.
EL 2 DE ABRIL SI DIOS QUIERE Y ESTOY EN ARGENTINA TODAVIA,HARE OTRO POST REFERIDO AL TEMA.
HACE UNOS AÑOS EN MI CIUDAD LOS UNICOS HOMENAJES QUE SE HACIAN PARA ESA FECHA LOS HACIAMOS NOSOTROS CON NUESTRO CLUB DE MODELISMO,HOY YA NO PODEMOS HACERLO Y NADIE SE ACUERDA DE ELLOS,A LOS QUE REGRESARON MIS RESPETOS Y A LOS QUE DEJARON SUS VIDAS ALLA MI ORACION PARA QUE SU SACRIFICIO NO HAYA SIDO EN VANO.(ESTA NOTA FUE HECHA HACE UN AÑO,ME PARECIO CONMOVEDORA POR ESO LA COMPARTO CON QUIENES QUIERO,QUE SON QUIENES NOS LEEN DIA A DIA.

HISTORIAS : CARTAS EN EL FRENTE DE BATALLA, VEINTITRES AÑOS DESPUES
El peleaba en Malvinas y ella tenía 11 y le escribía: se conocen ahora.

Fue un intercambio de cartas entre una alumna del primario y un conscripto en Malvinas. Hasta ahora no sabían qué había sido de sus vidas. La historia del encuentro empezó con una carta a la sección Lectores.

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Paula a los 11 años y su carta.

El 26 de abril de 1982, una nena de 11 años, alumna de sexto grado en la escuela número 25, "Carmen Sonda de Pandolfini", en el barrio de Agronomía, le escribió una carta a un soldado argentino que combatía en las Islas Malvinas. Letra prolija, sin faltas de ortografía, Paula Cecilia Oliveri se esperanzaba: "Deseo muchísimo que lo estés pasando muy bien. Siempre día y noche pienso en ti". A más de 3.000 kilómetros de Buenos Aires, el soldado Oscar Alfredo López, que recibió la carta, no la estaba pasando bien. Tenía frío, hambre, miedo, incertidumbre. Las líneas que había escrito la chica, hicieron lagrimear al conscripto del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada 10, "Coronel Isidoro Suárez", de La Tablada. Casi enseguida, Oscar López respondió. Su carta llegó a la escuela en los primeros días de ese mayo triunfalista.

"Me acuerdo que la directora, la señora Marta Fumo, me entregó la carta. Yo la tuve un rato en mis manos, pero no me animé a abrirla. Eran las 9 de la mañana y estábamos en el patio de la escuela, y la directora dijo que la iba a leer a todos los alumnos. Cuando empezó a leerla, sentí una gran emoción. Decía 'querida Paula', y de lo que más se quejaba era del frío. 'Ahora todo está en calma', creo que escribía. Y hablaba de la terrible soledad y del viento helado. Mi maestro, Jorge Clemenceau, volvió a leerla en el aula y me recomendó que la guardara en un lugar seguro. 'Pegala en tu carpeta', me sugirió. La pegué abierta y le hice un recuadro", cuenta 23 años después Paula Oliveri, de 34 años, soltera (ver Una romántica...).


Esta nota se hizo el jueves 26 de mayo de 2005, alrededor de las dos de una tarde llena de sol, casi primaveral. Paula y su hermano Leandro están parados delante de la puerta de la escuela número 25, en Avenida San Martín y Pedro Lozano. Esperan la llegada del ex combatiente Carlos López (ver El sonido...). Desde aquella carta que respondió quejándose del frío y del hambre, nunca más tuvieron contacto. Otra carta, escrita por Leandro el domingo 8 de mayo de este año a la sección "Lectores", de Clarín, revivió la historia de López. "No me olvido la tristeza de ese soldadito sufriente que nos pedía alimentos, golosinas y abrigos", escribió este hombre de 32 años, que en 1982 tenía 9 y cursaba tercer grado en la misma escuela. "Nunca me olvidé tampoco de su nombre. Hoy lo evoco con temor a que ya no esté, con miedo a que ningún Oscar López responda a este llamado. En ese caso, no haré más que guardar aún más fuerte ese recuerdo y ese nombre en mi memoria".


Por todo esto, Leandro parece más ansioso que Paula. Escribió la carta a Clarín como respuesta a otra escrita por el veterano de guerra Adolfo Duarte, que en "Lectores" del domingo 10 de abril recordaba que en Malvinas los soldados habían comido ovejas crudas. Duarte había leído, el domingo 3 de abril, la nota sobre "El oro de Malvinas", una historia de despilfarro y robos que el equipo de investigación de Clarín sacó a la luz después de 23 años, los mismos que separan a Paula de Carlos López. Ahora, en este luminoso jueves 26 de mayo, ella trata de aparentar serenidad. ¿Cómo será el ex combatiente? ¿Le faltará una pierna, tendrá cicatrices? Lo imagina callado, introvertido, serio. No sabe que en el despacho de la directora, Cristina Miracca, Carlos López cuenta los minutos, esperando las 2 de la tarde, hora del encuentro. Una compañera de trabajo había leído en Clarín la carta de Leandro. "Esto es para vos", le dijo. El ex soldado habló a la redacción y precisó: "Oscar López soy yo, y me gustaría conocer a Paula".


Paula y Leandro siguen esperando delante de la escuela. Creen que López todavía no ha llegado. Suponen que el encuentro se hará en la calle. "No va a venir", dice ella. Hasta que a Leandro se le ocurre lo más obvio: tocar el timbre de la escuela. Un minuto después, Paula y Oscar están frente a frente. Hay testigos: Leandro, la directora Miracca, la señorita Susana Gallelli, que fue maestra de Leandro en 1982, los periodistas de Clarín. Hay, también, unos segundos de silencio, de reconocimiento, de nerviosismo. La memoria hurga en el tiempo, en la placidez de una escuela, en el horror de una guerra. Carlos y Paula, contenidos, disimulan su emoción.


El viernes 10, el ex soldado cumplirá 43 años. Viste bien, tiene voz educada, y es dueño de un humor muy sutil. No se parece para nada al ex combatiente imaginado por Paula. "¿Quién tiene mi carta, la conservaste?", pregunta López. He aquí el misterio. La carta que Paula había pegado en su carpeta, pasó a manos de su maestra de Lengua y Ciencias Sociales, María Luisa Leguizamón, que daba clases por la tarde. "Me la pidió porque quería leersela a sus hijos. Pero nunca me la devolvió", dice, decepcionada, Paula. ¿Y dónde vive la señora Leguizamón? La directora Miracca arriesga una localidad: San Andrés. Sin embargo, al cierre de esta nota, Leguizamón todavía no había sido encontrada.

La carta que recibió López está impecable. El sobre parece nuevo, como si hubiera sido guardado entre algodones. Hombre prolijo, López guarda todas las medallas ganadas por su participación en la guerra. Hizo fotocopias de la carta escrita por Paula, y no sólo se las regaló a ella y a su hermano, sino también a sus padres, sin olvidarse de Natalia, la hermana menor, de 25 años. A todos les dedicó unas líneas.

Ahora son las cinco de la tarde, y dos granaderos montan guardia de honor ante el monumento a los caídos en Malvinas. La Plaza San Martín, frente a Retiro, recibe el último sol de este inolvidable 26 de mayo. "Hace menos de un año —dice Paula— pasé por aquí y me acerqué al monumento a ver los nombres de los muertos. Tenía miedo de encontrar entre ellos el de Oscar López. Pero su nombre no estaba en la placa. Fue un alivio".

Y es un alivio verlo, y es un alivio escucharlo. Ahora están tomando capuchinos y mordiendo un pequeño budín de chocolate, en un moderno bar de la calle Florida. Intercambian números de teléfonos, direcciones de sus casas y de sus trabajos. "Siempre quise recobrar tu carta, es algo que me pertenece. No pierdo la esperanza de encontrarla", dice Paula. Ya es de noche y Florida tiene su ritmo cotidiano. "Es algo que me pertenece", repite Paula. Y vuelve a 1982, y entona las primeras estrofas de la Marcha de Malvinas. López, sereno, casi feliz, la escucha en silencio.

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HISTORIAS : OSCAR ALFREDO LOPEZ
El sonido de las bombas


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Oscar Alfredo López es soltero, vive en Villa Ballester, trabaja actualmente en la sucursal Banco Provincia de ese barrio ("Amo a este Banco, pero les solicitaría a las nuevas autoridades atender la denuncia que presenté el 13 de noviembre de 2000, por un acto de discriminación por ser ex combatiente"), y además es profesor de Administración de Empresas en la escuela media número 7, también de Ballester. Enseña, también, lengua italiana. Su madre, Inmacolata Burlato (76 años), es italiana, y su padre, Juan León López (73), es hijo de español.


Estudió la secundaria de noche, y en marzo de 1981 fue llamado a "cumplir" con el servicio militar. Le "tocó" el Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada 10, con asiento en Tablada. El 16 de abril del 82, a las 3 de la madrugada, López desembarcaba en Malvinas. Un día que nunca olvidará. Tampoco olvida el hambre, la falta de abrigo, el maltrato. Tampoco, claro, el sonido de las bombas. Combatió en Monte Longdon y en Moody Brok.

López recuerda con afecto al capitán Alejandro Soloaga, que en medio del desbande general, "nos hizo hacer un retiro ordenado y cuidó de nosotros".

HISTORIAS : PAULA CECILIA OLIVERI
Una romántica con los pies sobre la tierra


Paula Cecilia Oliveri vive en Villa Urquiza, junto a sus padres y a su hermana Natalia. Licenciada en Demografía y Turismo, Paula estudió la secundaria en la escuela Brighton, en Saenz Peña. "Fue en esa época cuando más aparecía el tema de Oscar López. ¿Qué habrá sido de él?, me preguntaba. Desde chica siempre tuve la tendencia a idealizar, a novelar. A los 13 años escribí una novela de amor, pero después la rompí. A los 12 años ya estaba enamorada de un chico. Ahora tengo los pies sobre la tierra".


El 24 de octubre de 1999, a los 28 años, Paula decidió viajar a Colorado, Estados Unidos. Quería perfeccionar su inglés; trabajó como camarera en un importante hotel de cinco estrellas. Allí conoció a un veterano de guerra norteamericano, que había estado en Vietnam. "Estábamos a veinte kilómetros de Aspen, en una pequeña ciudad, Vail. Ed, que así se llama el ex soldado, servía sopas en uno de los restaurantes del hotel".

Según Paula, Ed es un hombre callado, muy solitario, retraído, "apesadumbrado". Pero se hicieron muy amigos. De vez en cuando, él le contaba alguna historia de la guerra. Era inevitable, entonces, que Paula se acordara de Carlos López, de Malvinas, y de la carta que nunca había podido recuperar.

Un día, el veterano norteamericano decidió ir a Nueva York, donde vivían sus hijos. Paula se quedó sin esas historias de guerra, pero nunca la abandonó el recuerdo del soldado López. "Regresé definitivamente a la Argentina el 26 de junio de 2004". Ahora trabaja en una empresa de turismo: enseña español a grupos de turistas. "Me apasiona el cine", dice. Y casi con un cierto pudor, confiesa: "Me gusta mucho Tom Cruise".

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Escrito por mi tribu urbana a las 4 de Marzo 2006 a las 12:09 AM
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