15 de Febrero 2006

EL ABRAZO DEL OSO

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En su corazón de Padre, reinaba la alegría y los sentimientos de amor que brotaban a raudales dentro de su ser. Un buen día, le dieron ganas de entrar en contacto con la naturaleza, pues a partir del nacimiento de su bebé todo lo veía hermoso y aún el ruido de una hoja al caer, le sonaba a notas musicales.

Así fue que decidió ir a un bosque; quería oír el canto de los pájaros y disfrutar de la naturaleza. Caminaba plácidamente respirando la humedad que hay en estos lugares, cuando de repente vio posada en una rama a un águila, el cual desde el primer instante lo sorprendió por la belleza de su plumaje.

El águila también había tenido la alegría de recibir a sus polluelos y tenía como meta llegar hasta el río más cercano, capturar un pez y llevarlo a su nido como alimento; pues tenía la gran responsabilidad de criar y formar a sus aguiluchos, y enseñarles a enfrentar los retos que la vida ofrece, era su único objetivo.

El águila al notar la presencia de Alberto lo miró fijamente y le preguntó:
- ¿A dónde te diriges buen hombre? , veo en tus ojos la alegría.
Alberto le contestó:
- Es que ha nacido mi hijo y he venido al bosque a disfrutar, pero me siento un poco confundido.
El águila insistió:
- Oye, ¿y qué piensas hacer con tu hijo?
Alberto le contestó:
- Ah, pues ahora y desde ahora, siempre lo voy a proteger, le daré de comer y jamás permitiré que pase frío. Yo me encargaré de que tenga todo lo que necesite, y día con día yo seré quien lo cubra de las inclemencias del tiempo; lo defenderé de los enemigos que pueda tener y nunca dejaré que pase situaciones difíciles. No permitiré que mi hijo pase necesidades como yo las pasé, nunca dejaré que eso suceda, porque para eso estoy aquí, para que él nunca se esfuerce por nada.
Y para finalizar agregó:
- Yo como su Padre, seré fuerte como un oso, y con la potencia de mis brazos lo rodearé, lo abrazaré y nunca dejaré que nada ni nadie lo perturbe.

El águila no salía de su asombro, atónita lo escuchaba y no daba crédito a lo que había oído. Entonces, respirando muy hondo y sacudiendo su enorme plumaje, lo miró fijamente y le dijo:
- Escúchame bien buen hombre. Cuando recibí el mandato de la naturaleza para empollar a mis hijos, también recibí el mandato de construir mi nido. Un nido confortable, seguro, a buen resguardo de los depredadores, pero también le he puesto ramas con muchas espinas ¿y sabes por qué?, porque aún cuando estas espinas están cubiertas por plumas, algún día, cuando mis polluelos hayan emplumado y sean fuertes para volar, haré desaparecer todo este confort, y ellos ya no podrán habitar sobre las espinas, eso les obligará a construir su propio nido. Todo el valle será para ellos, siempre y cuando realicen su propio esfuerzo y aspiración para conquistarlo, con todo y sus montañas, sus ríos llenos de peces y praderas llenas de conejos.

- Si yo los abrazara como un oso, reprimiría sus aspiraciones y deseos de ser ellos mismos, destruiría irremediablemente su individualidad y haría de ellos individuos indolentes, sin ánimo de luchar, ni alegría de vivir. Tarde que temprano lloraría mi error, pues ver a mis aguiluchos convertidos en ridículos representantes de su especie me llenaría de remordimiento y gran vergüenza, pues tendría que cosechar la impertinencia de mis actos, viendo a mi decencia imposibilitada para tener sus propios triunfos, fracasos y errores, porque yo quise resolver todos sus problemas.

- Yo, amigo mío, dijo el águila, podría jurarte que después de Dios, he de amar a mis hijos por sobre todas las cosas, pero también he de prometer que nunca seré su cómplice en la superficialidad de su inmadurez, he de entender su juventud, pero no participaré de sus excesos, me he de esmerar en conocer sus cualidades, pero también sus defectos y nunca permitiré que abusen de mí en aras de este amor que les profeso.

El águila calló y Alberto no supo qué decir, pues seguía confundido, y mientras entraba en una profunda reflexión, ésta, con gran majestuosidad levantó el vuelo y se perdió en el horizonte. Alberto empezó a caminar mientras miraba fijamente el follaje seco disperso en el suelo, sólo pensaba en lo equivocado que estaba y el terrible error que iba a cometer al darle a su hijo el abrazo del oso. Reconfortado, siguió caminando. Sólo pensaba en llegar a casa, con amor abrazar a su bebé, pensando que abrazarlo sólo sería por segundos, ya que el pequeño empezaba a tener la necesidad de su propia libertad para mover piernas y brazos, sin que ningún oso protector se lo impidiera.

A partir de ese día Alberto empezó a prepararse para ser el mejor de los Padres.

Autor Desconocido

Esta bella historia es también una reflexión para los padres que les cortan las alas a los hijos y no los dejan crecer como personas e individuos de una sociedad, y les crean tanta dependencia de ellos, que en su edad adulta, no son capaces de resolver sus propias situaciones de vida. Incluso en su relación afectiva, se vuelven tan dependientes de su propias parejas, que en muchos casos permiten el abuso de éstas.

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Escrito por mi tribu urbana a las 15 de Febrero 2006 a las 07:00 AM
Comentarios

Este cuento me recuerda a JALIL GIBRAN JALIL, en uno de cuyos libros titulado EL PROFETA, tiene un capítulo -por llamarlo de alguna manera- dedicado a responder sobre su opinión sobre los hijos. Lo resumo con una frase que considero auténtica: "Tus hijos, no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida...".
Es muy interesante lo que en él se dice al respecto. Lo leí junto a El Loco y el Vagabundo, en la editorial AKAL.

Saludos, Ricardo y compañía.

Escrito por Kostas a las 15 de Febrero 2006 a las 01:57 PM

Hermosa parábola.
Más de uno deberíamos de aprender de las sabias palabras del águila.
Por desgracia a las nuevas generaciones les creamos una idea de "falsa seguridad" que no puede abocarles más que a un profundo fracaso.
Coincido con Kostas en que el autor es Khalil Gibhran.
Un fuerte abrazo.

Escrito por Mardolo a las 16 de Febrero 2006 a las 08:50 AM

por favor cren un sitio en el cual nos podriamos inscrivir para poder resivir todos los dias un pensamiento, poema, reflexion distinta

Escrito por gabriela alejandra a las 10 de Mayo 2007 a las 01:01 AM

tu reflexion meparesio la cosa más linda del mundo con ella creo que muchos padres o futuros padres comprenderan lo importante de un abrazo como el de un gato no como el de un "oso"

Escrito por gabriela alejandra a las 10 de Mayo 2007 a las 01:03 AM

te amo mi amor con todo mi corazon

cholo

Escrito por guillermo montenegro davila a las 25 de Octubre 2009 a las 12:08 AM
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