Ocurre después de la comida . Tras , el café, Al mismo tiempo que una brutal somnolencia hace su aparición, cuando las conversaciones llegan a un callejón sin salida y se apagan hasta los rumores de la casa de al lado, ésa donde siempre hay un bebé que nunca acaba de crecer. Llega de pronto, como una niebla espesa, mas espesa que el humo del tabaco y los puros y se aposenta encima de la mesa del comedor en la que ya no caben mas migas ni restos de comida, como un batracio satisfecho a partir de las cinco de la tarde, justo cuando uno está pensando en tomar otro café. Es la tristeza del Domingo por la tarde, ese estado entre la melancolía y la pura pena que ataca a todo bicho viviente entre los tres y los noventa y tres años. Ese estado que, en los países nórdicos, contabiliza mas intentos de suicidio que en ningún otro momento de la semana. Esa extraña congoja que empuja a mucha gente a invertir los patrones del tiempo y a intentar con desesperación prorrogar el sábado hasta el martes y a poblar los after que abren el Domingo al mediodía. Esa mezcla de vagos recuerdos de infancia llenos de relamidas voces de locutores deportivos y horribles sintonías que llenaban el patio de vecinos y cuadernos escolares con deberes a medio hacer y la sensación de empezar todo de nuevo y el miedo a que nuestros amigos del Viernes hubieran formado otras alianzas durante el fin de semana y ya no nos "ajuntaran" el Lunes y miedo también a que la señorita hubiera olvidado nuestros nombres.
Domingos por la tarde en ciudades desconocidas,con hoteles y habitaciones con baños de color marrón que te empujan a pasear por bulevares vacíos con tiendas cerradas y gente que bebe sola en cafés a punto de cerrar.
Domingos por la tarde en Enero, donde la ebriedad de sentir la ciudad para uno solo es reemplazada por el vértigo de tener la ciudad para uno solo.
Domingos de adolescencia a la salida del cine, después de ver una película . ( que en sus memorias hace varias referencias a la tristeza suprema del Domingo por la tarde) que nos zarandeaba hasta la médula y que nos empujaba a partes iguales hacia el deseo de hacer cine y hacia el cementerio.
Domingos de verano en una estación de metro en Buenos Aires , donde un hombre negro alto como un jugador de basketball empezó de pronto a darse cabezazos contra una columna de hierro hasta abrirse la cabeza mientras aullaba "Odio los Domingos, Dios, cómo odio los Domingos" , mientras la gente desde el andén de enfrente chillaba, "Sí, hermano ¿quién no?".( Las huellas de la sangre quedaron durante mucho tiempo en esa columna)
Y , sin embargo, hasta la tristeza del Domingo por la tarde tiene cosas buenas. Conozco parejas que se han conocido compartiendo ese miedo a la tarde del Domingo. Conozco gente que empieza una novela siempre en Domingo.
Existen también personas que dicen no sentir nada especial esa tarde, que afirman que lo que a ellos lo que de verdad les deprime es el Miércoles por la tarde o el Jueves por la mañana. Pero es cosa sabido que hay gente que haría cualquier cosa por ser diferente a los demás, hasta fingir una alegría que no sienten un Domingo por la tarde."
Yo lo siento, pero soy de las que odiaba los los domingos, estaba deseando que pasaran, no me gustaban nada. Y el caso es que no sé por que.
Ahora solo deseo que lleguen por que es el único dia de la semana que me puedo quedar en casa, con mi pijama y mi bata, sin salir para nada a la calle, sin tener que ir corriendo a algún sitio... Si, ahora me gustan los domingos.