mi tribu urbana

LA LUCHA POR LA FALTA DE PERDÓN

La lucha con la falta de perdón
Por: Charles Stanley

Todos hemos sido heridos alguna vez, y es posible que el ofensor haya sido alguien que amamos. A menudo intentamos dejar atrás el dolor de esas situaciones con comentarios como: "Está bien", o "No hay por qué preocuparse", pero no parece que podamos librarnos de esa herida. ¿Por qué no somos capaces de olvidar?

Una razón por la que luchamos con la falta de perdón, es por un asunto de orgullo. ¿Por qué no perdonamos? "¡Porque esa persona me hirió a MI!", gritamos. Como resultado de nuestro orgullo herido, la injusticia crece mucho más de lo debido. Es entonces un problema de insulto personal, en vez de un sincero error o un momento de insensibilidad.
Otro factor presente es la amargura. Nos llenamos de resentimiento cuando nos negamos a lidiar con los sentimientos heridos, y luego dejamos que el asunto nos envenene el corazón. Una sensación de irritación cada vez mayor nos invade el espíritu como una infección. Se ha dicho que la amargura es como un veneno que uno prepara para otros y luego se lo toma uno mismo. Mientras que la amargura destruye silenciosamente nuestra vida, la persona que nos hirió puede estar totalmente ignorante de nuestros sentimientos.
Luchamos con la falta de perdón porque muchas veces ignoramos lo que está pasando. O, porque esperamos una disculpa que es posible que nunca llegue.

Si ha sido herido recientemente, ore pidiendo fuerzas y sinceridad para acercarse al ofensor y decirle: "Hiciste esto, y me hirió. Pero te amo, y me niego a dejar que eso destruya nuestra relación".

Si a usted siempre le cuesta perdonar a las personas que le han herido, es posible que se considere incapaz de dar esa clase de perdón. Muchos están convencidos de que el perdón es un sentimiento que puede experimentarse ante el conflicto. ¡Qué falsa idea! El perdón genuino no es un sentimiento, sino una acción. Si encuentra difícil perdonar a otros, estas cuatro reglas pueden ayudarle:

1. Reconozca y confiese que tiene un espíritu no perdonador. Perdonar no siempre es fácil, porque a veces somos el blanco de ofensas muy dolorosas. Sin embargo, no somos responsables de la conducta de los demás; somos responsables sólo de la nuestra. Dios nos ha ordenado ser perdonadores. Si no perdonamos, el problema es nuestro, no de los demás; debemos arrepentirnos de este pecado y pedirle a Dios que perdone nuestro rencor.

2. Libere a la otra persona. Haga la decisión consciente de liberar al ofensor de su mente. Si está recordando siempre los detalles de la causa de su molestia, oblíguese a no seguirlo haciendo.

3. Perdone al ofensor y olvide el asunto. Si mantiene frescos en su mente los detalles, está atrapado en ciclo de dolor. Elija más bien separar a la persona del recuerdo doloroso.

4. Perdone totalmente. El perdón verdadero es completo. Esto significa que usted no puede "perdonar" a alguien y luego estar sacando a flote el tema todo el tiempo. Perdone, y siga adelante.

Si usted ha estado alimentando un resentimiento, pídale a Dios que le dé fuerzas para perdonar. ¡Y luego hágalo!