18 de Mayo 2005

SER MADRE, UN BENDITO REGALO DE DIOS

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Estábamos sentados a la mesa de comer, cuando mi hija casualmente menciona que ella y su esposo están pensando en "empezar una familia."
- "Nosotros estamos haciendo una encuesta," dice ella, en broma. "¿Crees que debería tener un bebé?"
- "Cambiará tu vida," digo, cuidadosamente manteniendo mi tono neutral.
- "Yo sé," dice, "no más fiestas los fines de semana, no más vacaciones espontáneas...."
- Pero eso no es en absoluto lo que yo quise decir.

Miro a mi hija, intentando decidir qué decirle. Quiero que sepa lo que ella nunca aprenderá en clases de parto. Quiero decirle que las heridas físicas por dar a luz un niño sanarán, pero que el volverse madre la dejará con una herida emocional muy profunda, por la cual ella será vulnerable para siempre.

Pienso en advertirle que ella nunca leerá de nuevo un periódico sin preguntarse: "y si eso le hubiera pasado a mi niño?" Que cada accidente de aviación, cada incendio en una casa la obsesionará. Que cuando vea fotos de niños hambrientos, se preguntará si algo podría ser peor que vivir la muerte de su niño.

Yo la miro cuidadosamente, veo sus uñas finamente pintadas y su traje elegante y pienso que no importa cuán sofisticada ella sea, el convertirse en madre la reducirá al nivel primitivo de una osa que protege su cachorro. Que una llamada urgente de ¡Mamá! le hará dejar caer su mejor cristal sin vacilar por un momento.

Siento que debo advertirle que no importa cuántos años ella haya invertido en su carrera, ésta se descarrilará profesionalmente a causa de su maternidad. Ella podrá hacer los arreglos para dejar al niño en casa al cuidado de una niñera, pero un día irá en camino de una reunión de negocios importante y recordará el dulce olor de su bebé, y tendrá que usar cada gramo de su disciplina para no correr a casa, sólo para asegurarse que su bebé está bien.

Yo quiero que mi hija sepa que las decisiones cotidianas ya no serán rutina. Que el deseo de un niño de cinco años de ir al baño de hombres y no al de mujeres en un restaurante, se volverá un dilema mayor. Que justo allí, en medio del ruido de bandejas y niños gritando, los problemas de independencia e identidad de sexo serán sopesados contra la perspectiva de que haya un abusador de niños acechando en ese baño. No importa cuán decisiva pueda ser ella en su trabajo, se criticará a sí misma constantemente en su papel de madre.

Mirando a mi hija tan atractiva, quiero asegurarle que en el futuro ella perderá los kilos de más del embarazo, pero nunca se sentirá igual sobre ella misma. Que su vida, ahora tan importante, será de menos valor para ella una vez que tenga un niño. Que ella renunciaría a ésta en un momento por salvar sus hijos, pero que también empezará a desear más años, no para lograr sus propios sueños, sino para ver a sus hijos lograr los suyos. Yo quiero que ella sepa que una cicatriz de cesárea o las estrías, se convertirán en insignias de honor.

La relación de mi hija con su marido cambiará, pero no de la manera que ella piensa. Deseo que ella pudiera entender cuánto más uno puede amar a un hombre que tiene cuidado para empolvar a su bebé, o que nunca duda para jugar con su niño. Yo pienso que ella debería saber que se sentirá de nuevo completamente enamorada de él por razones que ahora encontraría muy poco románticas.

Yo deseo que mi hija se de cuenta del lazo que ella sentirá con mujeres a lo largo de la historia que han intentado detener guerras, discriminación y borrachos al volante. Espero que ella entienda por qué yo puedo pensar racionalmente sobre la mayoría de los problemas, pero ponerme como loca cuando discuto sobre la amenaza que supone una guerra nuclear en el futuro de mis hijos.

Yo quiero describir a mi hija la euforia de ver a su niño cuando aprenda a montar una bicicleta. Quiero capturar para ella las carcajadas de un bebé que está tocando la piel suave de un perro o un gato por primera vez. Quiero que saboree la dicha que es tan real, que de hecho duele.

La mirada interrogativa de mi hija me hace caer en cuenta de las lágrimas que se han formado en mis ojos.
- "Nunca te arrepentirás de ello," digo finalmente.

Entonces alcanzo por sobre mesa la mano de mi hija y la aprieto y ofrezco una oración silenciosa por ella, y por mi, y por todas las mujeres que tropezaron en su camino hacia la más maravillosa de todas las profesiones: Este regalo bendito de Dios... el hecho de ser Madre.

Autor Desconocido

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Escrito por mi tribu urbana a las 18 de Mayo 2005 a las 06:20 PM
Comentarios

es precioso,me conmovio hasta la ultima fibra, tengo un bebe de cinco años.gracias por compartirlo con nosotros...

Escrito por caty romero a las 31 de Julio 2006 a las 04:54 AM

muy lindo, y espero a mi hijo feliz por que mi novia esta de 5. no hay nada mejor que desear un hijo , no se que nombre le voy a poner pero ya lo queiro aunque sin nombre .grasias por esto.

Escrito por rolando castillo a las 9 de Noviembre 2006 a las 10:35 PM

En pocas palabras... maravilloso...

Escrito por xahila a las 28 de Julio 2009 a las 10:39 AM
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